Garum

jueves, 17 julio 2014

(Premio Nacional de Poesía «Fundación Cultural Miguel Hernández» 2011)

Carmen Garrido

Madrid, Devenir, 2011

La presente obra acredita su condición de ganadora de un premio tan prestigioso como el Miguel Hernández desde su coherencia y desde la complejidad, que no impenetrabilidad, de su voz. Pues no en vano la oscuridad del lenguaje, así como la de los temas tratados, caracteriza gran parte de este poemario. Su primera parte tiene como hilván el garum, condimento típico de la antigua Roma que da nombre al libro. Lo cual resulta lógico si atendemos al devenir vital y profesional de la propia poeta: Roma, y el Mediterráneo, como puentes entre Córdoba y Oriente, entre la cultura clásica y la árabe, creando un espacio común en el que se enmarca a la perfección la feminidad que impregna «Liquamen (Las entrañas)».

Ahí tenemos un amplio elenco de mujeres, que constituye un viaje a través de algunas de las claves del yo femenino (la maternidad, el deseo…), desde la alteridad a la identidad: «Cariátides », el primero de los poemas, presenta a unas mujeres, testigos del horror, cuyo sufrimiento o vacío es escrutado desde un exterior próximo; en «Made by USA» se imposta la primera persona para reflexionar sobre la maternidad como hecho y como icono más o menos mercantilizado; «Tránsito hacia la mies» y «¿Quién les pidió permiso?» entran en el terreno de lo familiar, invocando al ser querido desde una segunda persona que salva la distancia impuesta por la muerte; y, por último, «Mermelada de naranja agria» y «Semblanza de ojos verdes» se adentran, ya sin tapujos, en el propio yo de la voz poética, trazando un mapa de su encrucijada anímica y tendiendo nuevos puentes hacia el exterior. 

Más oscura y desoladora es sin duda la segunda parte del libro, cuyo título ya es bastante revelador: «Hallec (El Infierno en tres pasos)». En ella se retoman los temas recurrentes de la primera (la maternidad, la muerte, la marginación social…) pero desde una óptica más cruda, con un lenguaje que se despliega en registros tan variados como desconcertantes, cuando no descorazonadores (en ocasiones cruelmente fríos, otras desgarradamente críticos). 

Y es aquí también donde más se nota una cierta evolución de la poeta, creemos, respecto a su voz en poemarios anteriores: la entraña cede paso a la ironía y al juego de espejos, el lenguaje se hace más oscuro (¿Góngora o los sonetos lorquianos?), en ocasiones de manera casi artificial, y los versos se pueblan (a veces se recargan) de referencias culturales de lo más variadas. Una oscuridad que Carmen Garrido asume en «Destrucción. Paso de Hunos», que por momentos incide en el surrealismo, y que dotan a la segunda parte de un tono desesperado que culmina en «Qué mujer difícil, libertad»: Porque nunca, nunca, nunca… seré la musa de Delacroix…

Luis Llorens Marzo

Universidad de Virginia-HSP

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