En pos de sus huellas: «Francisco Ayala en La Nación de Buenos Aires»

viernes, 18 julio 2014

Irma Emiliozzi.

Valencia, Pre-textos, 2012, 498 pp.

…sigamos abocándonos a la recuperación de las páginas de Francisco Ayala, sigamos abocándonos a la lectura y al estudio de su obra, integradas ya, regresadas también a su árbol las hojas perdidas o sueltas… 

Con extremo rigor filológico la catedrática y crítica Irma Emiliozzi ha reunido en un volumen único para la editorial Pre-Textos treinta y tres artículos de Francisco Ayala en su día aparecidos en el diario porteño La Nación y no recogidos por su autor en volúmenes posteriores. Publicados con una frecuencia variable debida a razones políticas y/o personales (las elipsis temporales, igual que los «olvidos » del título de su autobiografía, desempeñan un papel significativo a la hora de redibujar los perfiles de los «recuerdos»), estos textos dispersos quedarían «luego relegados…al vasto firmamento del olvido general» (p. 14), como puntualiza Carolyn Richmond en el prólogo.

La editora va indicando la fecha exacta de publicación de cada uno según una minuciosa secuencia diacrónica de más de medio siglo, lo que permite reconstruir la trayectoria vital, el trasfondo histórico, el desarrollo del pensamiento (tanto sociopolítico como literario) del longevo escritor granadino y, al mismo tiempo, nos induce a valorar los intensos lazos afectivos con ese Buenos Aires «vivido de cerca, desde lejos recordado, sin pena ni olvido» (p. 14). Se trata de un material heterogéneo que abarca una variedad de argumentos distintos a través de múltiples enfoques, desde la penetrante mirada psicológica y política del primer ensayo «Talleyrand: un representante de Europa » (escrito ya en el exilio argentino en 1939) hasta el agudo análisis jurídico-legal del último «De crímenes y castigos» (publicado en Madrid a finales de 1993), y desvela «la sucesión de todo Ayala» quien «en la suma de las partes encontró su manera, su método para mirar, sagazmente, la realidad, y pensar la totalidad» (p. 28).

Se irá descubriendo un abigarrado abanico temático: de los emocionantes (y emocionados) cuadros exóticos fotografiados en las «Postales puertorriqueñas» a las disquisiciones socioeconómicas que llegan a incluir tanto sus «Observaciones sobre el nacionalismo árabe» como el examen de los diferentes sistemas democráticos del mundo occidental en «La democracia y sus diversas fisionomías», sin olvidar el sugestivo excursus de la evolución de la retórica periodística en «Un viejo periodismo particular», donde el escritor retoma los motivos tratados con ocasión de su discurso de ingreso en la Real Academia Española. 

Bajo la lupa de su profundo bagaje sociológico no pasan desapercibidos los rápidos cambios estructurales -el big push– del «desarrollo latinoamericano » ni el análisis del tejido social y de las nuevas tendencias evolutivas de «Los Estados Unidos bajo cuadrícula »; al alma del hombre de letras, en cambio, pertenecen tanto sus críticas al «arte como objeto de consumo» de nuestra materialista «sociedad del ocio» como las amargas consideraciones que –en «Perduración del libro y la lectura»– el dúctil ensayista plantea de cara al evidente declive de la denominada «galaxia Gutenberg», de aquella fase histórica paulatinamente desplazada por el alcance revolucionario de los medios audiovisuales que desacostumbran a la gente a la práctica tradicional de la lectura «hasta caer en esa nueva especie de analfabetismo que constituye ya un verdadero problema social» (p. 203). 

Esta vasta gama textual, la cual puede considerarse sinécdoque del corpus completo ayaliano y que –en las palabras de la editora argentina–«nos ratifica ese  conjunto caleidoscópico, variado o diverso aunque complementario e indivisible que es su obra, en la íntima unidad de la pluma que lo dibujó» (p. 28) – no deja de lado el planteamiento de distintas reflexiones de sociología literaria tales como la autocrítica y el «examen de conciencia» que se le pide al intelectual, o sea el papel activo y «la responsabilidad de la inteligencia» en el medio de la contemporánea crisis de los valores. Muy sugerente se perfila también la discusión de cuestiones meta-literarias: el sentido que cobra la traducción es objeto de debate en «El escritor. Cuestiones académicas» mientras que la novela es la protagonista de «Una interpretación de la novela. Alex Comfort», donde se investiga sobre la versatilidad de un género que rompe fronteras y busca puntos de apoyo en el marco de esa precaria geología social que le pide al narrador «perspicacia histórica» y «la pureza de alma necesaria» para no «ceder a la fatiga, ni al cálculo, ni al halago, ni al miedo» (p. 119). 

El poliédrico corpus ensayístico no deja de englobar, last but not least, la presentación de autores y obras (es el caso de T. S. Eliot y sus Notes towards the Definition of Culture, de sus queridos amigos Antonio Espina y Victoria Ocampo quien le abrió las puertas de su revista Sur, del exiliado Max Aub con su «diario español» La gallina ciega y de la trilogía dedicada a Thomas Mann, cuya novela Lotte in Weimar tradujo el mismo Ayala), y asimismo de espinosas cuestiones filológicas (véase el «Trasiego de manuscritos en el siglo pasado») o temas literarios sensu stricto: valga como ejemplo significativo el examen intertextual de dos libros ejemplares sobre la Segunda Guerra Mundial, Kaputt del escritor italiano Malaparte y Der S. S. Staat del filósofo alemán Kogon. 

La recopilación de las preciosas colaboraciones preludia dos adhesiones de puño del autor mismo (dedicadas respectivamente a Borges y Mallea) y a una serie de cuestionarios y entrevistas que se abren con la «sobre derecho y literatura» (los dos polos opuestos que siempre se enfrentan y complementan en su obra) del verano de 1936 en la capital argentina; enriquece esta compleja red para-textual un relevante conjunto tanto de notas de lectura y reseñas como de artículos sobre las más destacadas creaciones ayalianas firmadas por nombres insignes del panorama crítico español e hispanoamericano, publicados igualmente por el diario porteño.

Camaleónica y siempre original se revela la pluma del intelectual antifranquista, y asidua y frecuente su colaboración en el prestigioso Suplemento Literario de La Nación de Buenos Aires, de esa madre nutricia que acogió al exiliado republicano durante la convulsa década entre 1939 y 1950 y ofreció las columnas del famoso periódico al talento de aquel «hombre que lo vio todo» (p. 369). Al maestro querido van dedicadas las semblanzas y evocaciones que, en las últimas páginas del libro, reúne acertadamente Irma Emiliozzi para arrojar luz, una vez más, sobre la personalidad polifacética tanto del profesor de Sociología y Derecho como de la del narrador (en su doble vertiente de ensayista y novelista), del traductor y del crítico literario «culto, erudito, buscador infatigable de lo ético y de lo estético, referente intelectual ineludible del siglo XX» (p. 369). 

En conclusión podemos afirmar que el sugestivo mosaico esbozado gracias a la meticulosa recolección de distintos fragmentos olvidados ofrece al lector no sólo un amplio y heterogéneo panorama del polivalente modus scribendi de un intelectual que fue el «espejo de un siglo» (p. 361) contradictorio y bélico por excelencia sino que constituye también un testimonio clave de su constante presencia (144 artículos en más de cincuenta años) en las columnas del matutino argentino que, al «incorporar nada menos que a un rojo recién escapado de las justas iras nacionales » (p. 22), fue objeto de su «eterna gratitud» y admiración en palabras del propio Ayala.

Cristiana Fimiani

Universidad de Granada

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