«Del origen y su engaño» LA CREACIÓN BURLADA

viernes, 25 julio 2014

Miguel Catalán

Verbum, Madrid, 2012, pp. 216

La creación burlada es el cuarto volumen del tratado sobre la mentira Pseudología, que ha ido publicando desde 2004 el profesor y filósofo español Miguel Catalán. Precedido por El prestigio de la lejanía (Ronsel, 2004), Antropología de la mentira (Muchnik, 2007) y Anatomía del secreto (Muchnik, 2008), esta última entrega explora la relación de perfidia y artificio entre dioses y humanos para llegar finalmente al vínculo demiúrgico que se establece entre el autor y su obra.

El axioma que vertebra tal compendio es la idea de que el engaño es una realidad connatural y paralela a la realidad humana. Con el paso del tiempo la historiografía ha perpetrado una geografía del ilusionismo; como si de no decir lo correcto su hubiesen obtenido frutos suficientes como para acabar hablando de «mentiras piadosas» y no de «subterfugios y medias verdades». El mentiroso resulta ser, a fin de cuentas, un utilitarista antes que un villano.

Es esta obra, Catalán enhebra tal principio entre las distintas capas de la condición humana relativas al concepto de Creación, que abarcan desde la exégesis primigenia hasta la construcción imitativa de ficciones sobre nuestra realidad consciente – fundamentalmente carente de la magia ilusionante que aporta la fantasía narrativa–. A fin de cuentas la relación entre estos dos escenarios parece más que posible: Unamuno ya hizo en su novela Niebla lo que perpetraban los dioses olímpicos cuando jugueteaban con la ignorancia huma- «Del origen y su engaño» su propio beneficio o por pura ociosidad.

De forma inteligente se redibuja una de las cuestiones fundamentales del escepticismo militante: ¿y si las mitologías y dogmas que la Humanidad profesa no fuesen distintos de aquello que etiquetamos como «obras de ficción»? Si todo fuese parte integrante de un mismo compendio, caeríamos entonces en la cuenta de que no sólo reflejamos nuestros propios artificios y prestigios en la literatura, sino de que además somos las más dulces víctimas de nuestras fantasías, viviendo como si Shiva o Ra jamás hubiesen sido ideados por un Cervantes precristiano. Incluso como si Jesús de Nazaret fuese vivencial pese a que su presupuesta existencia empírica se diluya en la Noche de los Tiempos. En esta disertación la mentira se convierte en un objeto que está por encima de un arquetípico concepto moral, ése al que la Iglesia Católica nos tiene acostumbrados: «No mentirás »; porque mentir o no traspasa la simplificación de un mero juicio de valor entre lo que está bien y lo que está mal. Según el autor –que para ello rescata a José Saramago advirtiendo la metamorfosis entre actores y actantes–, la otra cara de la moneda reside en descubrir que se está siendo engañado. Tal proceso de desmitificación o anulación del elemento fantástico guía al sujeto hacia un ineludible y forzoso incremento de la perspectiva, hacia un mayor conocimiento de la realidad y de su responsabilidad para con ésta.

Saber que la Tierra no descansa a lomos de elefantes ni jirafas, ni que –como parodió el célebre Terry Pratchett en su serie Discomundo– ningún galápago llamado Gran A’Tuin empuja un sólido continente lenticular alrededor del Universo, nos invita a darnos cuenta de nuestra posición en el Cosmos, de nuestra responsabilidad en la elección, de nuestra limitada capacidad de acción y de que todos nuestros actos aluden a consecuencias de las que somos partícipes sin que haya dios que medie o perdone. 

La creación burlada es una obra contundente que pone en entredicho y confunde las relaciones entre creadores y creados –sean quienes éstos sean–, que explora, más allá del sorpresivo desenmascaramiento, los rincones que ilumina el hecho de saberse vividor de una realidad parcialmente ilusoria.

Guillem Carbonell

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