De esto y aquello en las obras de Cervantes

miércoles, 16 julio 2014

Colección Documentación cervantina, 35. Newark, Delaware:

Juan de la Cuesta, 2010. 369 páginas.

De esto y aquello en las obras de Cervantes reúne un total de trece trabajos de Stanislav Zimic, publicados antes en revistas científicas, actas de congresos y volúmenes colectivos. En su conjunto, esta colección ofrece al lector una panorámica crítica amplia de la obra de Cervantes, en la que se toca una serie de temas clave para el conocimiento de la misma, cuales son la influencia de la novela bizantina, la interpretación del Quijote o el arte dramático de Cervantes, por señalar apenas tres de los más interesantes. Apunta Zimic en su Prólogo que «Se reúnen aquí [estos estudios] principalmente por el deseo de que resulten de conveniente, fácil acceso al lector interesado en los temas cervantinos en ellos tratados» (11). Aunados en un mismo volumen, éste adquiere una sólida consistencia y, merced a su amplitud de temas y a la alta calidad de los mismos, presenta una obra de referencia para el cervantista y para quien desee conocer mejor la obra de Cervantes. Luego del «Prólogo», comienza el volumen con los capítulos «La literatura bizantina de Cervantes» y «El bizantinismo de La Galatea», en los cuales se esmera Zimic en llamar la atención sobre la influencia que en el conjunto de la obra de Cervantes ejerció la novela bizantina de los siglos I al III, principalmente de autores como Heliodoro y Aquiles Tacio. Zimic señala cómo los motivos bizantinos que Cervantes tomó prestados no se limitan a las tramas de fondo filográfico y a la variedad de la materia episódica, sino que inspiró la trepidante técnica narrativa de muchas de las obras del genio complutense, desde La Galatea al Persiles. En el segundo capítulo se centra Zimic en La Galatea para defender la tesis de que el propósito de esta novela no se redujo a la mera imitación de las anteriores novelas pastoriles, sino que Cervantes la concibió como un experimento narrativo en el cual se sirviese de los artificios narrativos bizantinos de modo que superase el valor literario de los ejemplos pastoriles anteriores.

El ánimo innovador de Cervantes se percibe especialmente en el Quijote. En el capítulo «Los poemas preliminares del Quijote de 1605» Zimic repara en cómo Cervantes procuró trascender la moda de los preliminares panegíricos que, en forma de epígrafes, poemas y elogios, llegaron a convertirse en añadidos carentes de sentido y sospechosos de favoritismo. Por ello, explica Zimic, nuestro autor comenzó su parodia de las novelas de caballerías por medio de una batería de poemas que atribuyó a personajes ficticios notorios en el género caballeresco tales que Amadís, Gandalín y Oriana. Zimic concluye que al atribuir los poemas laudatorios a estos personajes, Cervantes habría tratado de parodiar la vanidad y egolatría de los autores de las novelas de caballerías.

En «Algunas consideraciones sobre los viajes y peregrinajes en las obras cervantinas» se reflexiona acerca del valor cultural y también ontológico de los viajes en las obras cervantinas. Zimic no deja de destacar la hermosura narrativa de los viajes cervantinos, pero propone que se entiendan como procesos de enseñanza para el lector, a quien Cervantes lleva de la mano por mares y países remotos que le ampliarán la visión del mundo, lo cual debiera redundar en el aprendizaje humanístico y en el desarrollo ontológico de los lectores.

Prestando especial atención a Los tratos de Argel y la Numancia, «Apuntes sobre los ‘pensamientos escondidos’ en las obras de Cervantes» trata de contemplar el hipotético conjunto de obras teatrales, entre veinte y treinta, redactadas por Cervantes. Zimic reflexiona en torno a los deseos de Cervantes por triunfar en el teatro. Cree Zimic que Cervantes quizá se dedicó al teatro durante toda su vida y que su poco éxito (o su fracaso) en este género pudiera haberse debido a la fama incontestable de Lope y a la ineficacia de Cervantes para alejarse de los manidos clichés que otros dramaturgos ya habían superado. En el capítulo «Las Ocho comedias … nunca representadas (1615) de Cervantes » se continúa el debate sobre el teatro cervantino. En las Ocho comedias y ocho entremeses de 1615 percibe Zimic un evidente esfuerzo innovador, merced al cual se habrían concebido con la intención renovadora que plasmó en el Quijote y las Novelas ejemplares y con el propósito ejemplar de las novelas de 1613. Se continúa el tema del teatro con el capítulo «Sobre el arte dramático de Cervantes en El rufián dichoso», también desde el punto de vista de la técnica compositiva. A entender de Zimic, Cervantes propendió un tanto al concepto lopesco del teatro al tiempo que concibió una suerte de «comedia de santos» complementaria con el teatro de la Contrarreforma. Esta temática lleva al siguiente capítulo, de título «La ejemplaridad de los Entremeses cervantinos», donde se defiende la tesis de la ejemplaridad de toda la obra cervantina. Los Entremeses resultan literatura ejemplar desde dos puntos de vista: ejemplares moralmente, de la misma ejemplaridad que Cervantes defendió en sus Novelas ejemplares; y ejemplares como modelos literarios. La «Introducción a las Novelas ejemplares» recurre a los comentarios de Torres Naharro en el proemio de la Propalladia sobre la realidad y la fantasía de las doce novelas cervantinas. Zimic coincide con otros muchos estudiosos en que las Novelas ejemplares constituyen el paso decisivo que va de lo realista histórico a lo realista literario, es decir, que combinan el realismo (siempre debe advertirse de la complejidad del término realismo) con la fantasía. Zimic explica pormenorizada y elegantemente el equilibrio entre ejemplaridad moral y ejemplaridad estética y resalta el mucho esmero con el cual Cervantes trató cada una de sus novelas como una suerte de experimento literario único. Prosiguiendo en materia novelesca, el capítulo «Sobre algunos personajes ‘inverosímiles’ del Quijote de 1605» vuelve a la cuestión del realismo. Zimic explica la presencia de personajes «inverosímiles» en aras de la nomenclatura realismo-fantasía observada antes en las Novelas ejemplares. Y el caso de los personajes del Quijote que se resisten a avenirse al principio de verosimilitud tiene su análogo en el Persiles, como se explica en el capítulo «Algunos ‘adorables personajes femeninos’ del Persiles».

En «Don Quijote ridículo, Don Quijote sublime» se retoma uno de los litigios más controvertidos del cervantismo: la cuestión de la comicidad y la nobleza del protagonista del Quijote. Zimic distingue entre el personaje ridículo de la primera parte y el personaje ennoblecido de la segunda. Aun cuando dicha dicotomía se patentiza en una primera lectura, no entrañaría grandes dificultades hallarle al caballero de la parte primera ciertos destellos de nobleza. El volumen se cierra con el capítulo «Entremés de la amante endemoniada (Los trabajos de Persiles y Segismunda, Libro III, caps. 20 y 21)» donde se toma la historia de Isabela y Andrea en el Persiles como ejemplo del uso que Cervantes hizo de aspectos varios de dramaturgia en su prosa.

De esto y aquello en las obras de Cervantes merece recomendarse como lectura importante. Zimic ha recopilado una serie de estudios que, en su conjunto, ofrecen una panorámica amplia, detallada y profunda de la producción literaria cervantina. Es importante resaltar asimismo que en este libro encontrará el lector teorías después desarrolladas por otros eminentes críticos. Por ejemplo: en su estudio de la novela bizantina como inspiración para la teoría cervantina de la novela (publicado por primera vez en 2005) se adelanta Zimic a las teorías expuestas por Antonio Garrido en Aspectos de la novela en Cervantes (2007); su análisis del realismoen las Novelas ejemplares (salido en 1994) fue pormenorizado después por Antonio Rey y Florencio Sevilla en la edición de Austral (2004).

J. A. G. Ardila

University of Edinburgh

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