JUAN VALERA EN LA ENCRUCIJADA. PENSAMIENTO, ESTÉTICA E IDEOLOGÍA EN LA LITERATURA DEL SIGLO XIX

lunes, 16 febrero 2015

Sánchez García, María Remedios

Madrid: Síntesis, col. Letras Universitarias, 2013, 151 pp.

Juan Valera, nacido en la localidad cordobesa de Cabra en 1824 y muerto en Madrid en 1905, es sin duda uno de los escritores españoles más importantes del siglo XIX, reconocimiento que le viene dado sobre todo por dos novelas, Pepita Jiménez (1874) y Juanita la Larga (1895). Por esas dos novelas solamente conocemos a Juan Valera de manera superficial en los manuales de la Historia de la Literatura Española de Enseñanza Secundaria, y aquellos que han estudiado Filología apenas pueden decir poco más, a no ser que hayan tenido la suerte de que su profesor les pidiese durante la carrera leer alguna de estas obras, o profundizar en su vida y obra. Sin embargo Juan Valera no es solo uno de los escritores más importantes de la literatura española del siglo XIX, una voz autorizada de las letras hispánicas de nuestra historia literaria, sino uno de los intelectuales más decisivos de la modernidad y de todos los tiempos, por su conciencia histórica del atraso español, por su profundo afán emprendedor y su capacidad para plantear reformas, si bien otro asunto distinto será el margen del que dispuso para maniobrar o ponerlas en marcha, que fue relativamente poco. Dado su carácter de diplomático, al menos poseyó el sustento económico para no estar al servicio de ningún poder que no fuera el Estado, y a través de esa conciencia trabajar desde un punto de vista intelectual por las reformas necesarias que tanta falta hacían en la España de entonces. Curiosamente, cuántas similitudes entre la España de entonces y la de ahora, con un poder corrupto, involución pedagógica, acumulación del capital en manos de unos cuantos terratenientes sin escrúpulos, pauperización del pueblo y tantas otras características que podríamos casi calcar, con algo más de un siglo de distancia.

Sea como fuere la profesora de la Universidad de Granada María Remedios Sánchez García ha preparado un libro de inestimable valía: Juan Valera en la encrucijada. Pensamiento, estética e ideología en la literatura del siglo XIX, partiendo de la base a la que hemos aludido: Juan Valera como un escritor central en las letras decimonónicas, por su modernidad e infatigable trabajo intelectual, que obtuvo su éxito a partir de las dos novelas citadas, tan actuales hoy día, Pero el libro de María Remedios Sánchez García va más allá de un estudio sobre el ya conocido Juan Valera y se adentra en los particulares menos sabidos pero no por ello menos interesantes del escritor egabrense. Precisamente se podría decir que ahí radica la novedad de este libro, que se lee con fruición y del cual se extraen muchas reflexiones que nos sirven desde el más estricto sentido práctico. Llama la atención la parcelación por capítulos de este volumen, que comienza con una «Introducción», a la que le siguen, en este orden, los apartados «La poesía», «El costumbrismo», «El erotismo», «El modernismo», «La educación», «La lengua», «La filosofía», «La moral», «La religión», «La teosofía», «La tradición clásica y oriental», y «Un escritor profesional», sin contar una nutrida y remozada bibliografía sobre los asuntos tratados a lo largo de todo el libro. Así, comenzar por «La poesía» ha sido un gran acierto ya que en este capítulo descubrimos —para los no iniciados— al Juan Valera poeta, ante todo poeta, en busca de esa gracia que no supo darle el cielo. Toda su vida escribió versos y toda su vida luchó por ser reconocido como poeta, enfrentándose a los Núñez de Arce o Campoamor, postulando distintas propuestas sin apenas resultados, frente al éxito de público y crítica de los dos aludidos. Y viene bien saberlo porque su prosa rítmica y cuidada, la prosa que le hizo famoso como narrador y crítico, tendrá mucho que ver con el escrúpulo del poeta, la meditación sobre la palabra esencial, su relevancia simbólica.

En general, todos los apartados de este volumen, sabiamente escogidos, son la muestra del interés del libro, ya que se aborda la escritura de Juan Valera de manera integral y transversal, a través de estos campos temáticos de los que se va desgajando no sólo la trayectoria literaria de nuestro autor sino también su mundo intelectual y, por consiguiente, la realidad de la España de entonces, ampliamente deficitaria en aspectos decisivos como el erotismo, o lo que es lo mismo, la situación de la mujer en la sociedad, o la educación, por citar solo dos aspectos decisivos que se abordan en estas páginas.

El conocimiento de Valera de la realidad de la mujer de la época viene contrastado por sus dos novelas más estudiadas, pero hay otros textos, que aquí se reproducen y extractan, y que abundan en importantes reflexiones. No obstante, sin duda que Pepita Jiménez se erige como epítome o paradigma, por su introspección psicológica, entre otras cualidades. María Remedios Sánchez García lo explica de este modo: 

En Pepita Jiménez, el erotismo no es algo explícito sino sutil, más bien un juego entre lo que se dice y lo que no se dice, lo que se intuye —como ya decíamos—, un erotismo que roza el refinamiento epicúreo sobre la violencia de la pasión; y es que en esta obra eso sí está claro: Valera no pasa los estrechos límites que deslindan lo erótico de lo pornográfico y la trasgresión fundamental está en que mezcla el sentimiento erótico de don Luis y en Pepita con actitudes religiosas extremas, como puedan ser las de este joven que por nada del mundo quiere cejar en su empeño de hacerse sacerdote a pesar de que el sentimiento religioso erótico que le produce el lugar (su pueblo) y la mujer, Pepita Jiménez, que desemboca en una angustia vital que lo lleva al límite de la cordura y le hace pensar en la muerte como solución (pp. 42-43)

El análisis socio-ideológico de la España finisecular, y en particular de aquella España que menos aparece en los libros de Historia, la rural y deprimida andaluza, es uno de los grandes aportes de este volumen. La mujer no deja de ser un instrumento en una sociedad patriarcal en la que todo debe encajar de manera tradicional. Sin embargo, Valera, viajero por su carrera diplomática y conocedor de las oleadas sufragistas del mundo occidental, tiene muy claro que sólo la incorporación de la mujer al mundo laboral y social con pleno derecho, nos colocará en la parrilla de salida de la modernidad. Para ello, y ya al final de la vida del egabrense, en el apartado titulado «La educación », María Remedios Sánchez García nos recuerda su obra Meditaciones utópicas sobre la educación humana, un libro poco conocido pero que da buena cuenta del carácter reformista, a la vanguardia, del que hacía gala nuestro autor. Dicho con palabras de Sánchez García:

Estamos pues, ante una teorización valiosa, profunda e interesante del polifacético Valera que ha pasado inadvertida a pesar de ser su autor uno de los académicos de la Lengua con más prestigio del momento, un hombre de ideas valiosas que, como tantos otros, no fue lo suficientemente apreciado por sus coetáneos, precisamente por eso: por ser un adelantado y un intelectual completo y complejo que ya tenía claro que la Educación Primaria, y en particular el dominio de la lengua aprovechando la belleza de la literatura, era y es el pilar fundamental en el que se debe sustentar todo el sistema educativo. (p. 69)

Poco más que añadir excepto recomendar este libro en el que más que un estudio filológico, que también, de Juan Valera y su literatura, se realiza un corte epistemológico sobre el mundo finisecular, una crítica al positivismo y al mercantilismo, una apuesta por la modernización que cobra rabiosa actualidad a día de hoy.

Juan Carlos Abril

Crítico literario

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