ESBOZOS

lunes, 16 febrero 2015

Mar Busquets-Mataix

Valencia: Germanía, 2014, 80 PP.

El trabajo de Mar Busquets tiene dos basamentos fundamentales, y recalco «esenciales» que son el pensamiento y la reflexión.Pensamiento y reflexión que primero llevan a una toma de conciencia y después, como dos hilos de metal fundido que se unen en un crisol, a una elaboración de un lenguaje o voz propia original. Así, Mar Busquets, en su poemario «Esbozos» realiza una aportación a la celebración de la unión amorosa, desde el punto de vista femenino, pero también de la belleza del género masculino, desde un punto de vista físico y psicológico. Para ello no renuncia a la tradición y se inspira en «el cantar de los cantares», las «cantigas de amigo» o la propia poesía mística, de ahí el tono alegre, celebrativo en muchas ocasiones de estos versos que quieren ser, constituirse en un acercamiento al asombro, al misterio que produce la comunicación amorosa. Para ello realiza, a través de sus secciones, un recorrido que atraviesa el primer desvelo, la posibilidad de seducción entre el yo y el otro en una comunicación para la que no existen apenas reglas y donde casi todo es incertidumbre, dudas, sueños y finalmente, silencio.Blas Muñoz Pizarro, autor del mágnifico prólogo que encabeza este poemario, nos da en él las claves para la lectura de estos poemas, no ahondaré por ello, para no cansarles, en excesivas consideraciones. Si me gustaría resaltar, que la obra de Mar Busquets quiere ser un acercamiento al asombro y misterio que produce la comunicación amorosa. En su obra «Del amor», Stendhal, escribe lo siguiente: «un pequeñísimo grado de esperanza para causar el nacimiento del amor. [...] En un alma perfectamente indiferente -como una jovencilla que vive en un castillo aislado en el fondo del campo- el más pequeño asombro puede suscitar una pequeña admiración, y, si sobreviene la más ligera esperanza, ella hace nacer el amor y la cristalización».

 Como dije, Mar se apoya en la tradición para recrear el objeto amoroso, ese sentimiento que es fruto de nuestra creación individual y que no pertenece a nadie, más si cabe, porque es único e intransferible en una clara dicotomía entre nombre y sentimiento. 

 Se parte de la soledad y se vuelve a la soledad, la intención del sujeto poético es permanecer ajeno a estas tensiones aunque este deseo derivará en un viaje del conocimiento amoroso.

 El poemario está dividido en cuatro secciones que presentan una gradación de su intensidad:

 La mirada/esbozos/el cuerpo/ albada

 LA MIRADA como ventana abierta al mundo nos proporciona una visión del otro pero también nos deja en medio del ruido del mundo, el contacto visual, desvelamiento del otro.

 ESBOZOS, parte más reflexiva, el otro femenino despertado por la mirada masculina, no fotográfica sino creativa.

 En la sección EL CUERPO, adquiere protagonismo el propio cuerpo como deseo y anhelo, boca, manos, pies, manos y sus gestos que producen inquietud devastadora pero también se habla del miedo a amar, del miedo a exponerse.

 ALBADA representa el despertar de los amantes pero también nos habla del silencio que queda después, y me atrevería a citar aquí los versos de Miguel Hernández y decir que es un «silencio de metal triste y sonoro».

 El silencio, ¿expectativas no cumplidas en ese «amar imantado aunque frágil, que no es amar de hombres, sino amar de hambre...» ?

 La lectura de estos versos que cierran el poemario de Mar me hacen preguntarme si el amor que conocemos no será impuesto por normas y convenciones sociales, frente a ese otro amor que no podemos asir ni hacer nuestro porque quizás desconozcamos su verdadero, su auténtico significado.

 Cita en el inicio del libro Mar Busquets a Emil Ciorán cuando afirma que «la vida es una combinación de química y estupor», y es cierto, no elegimos, o no somos libres. Contrariamente a lo que pensamos, los sucesos ocurren al margen de nuestra voluntad, al menos de aquella que es razonada, no voluble.

Pero al igual que nos emociona una Pavana de John Dowland, unos versos de Machado o un cuadro de Kokoschka, es impensable renunciar a ese vértigo descontrolado, a ese dejarse llevar por los elementos.

A esa dulce quemadura que es la primera mirada, la química sobrenatural que, en el amor, deja gobernar sólo a las manos.

Rafael Correcher

Crítico literario

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